Desde el siglo III el imperio romano sufrió la penetración de los pueblos germánicos, hasta entonces localizados al otro lado de las fronteras del Rin y del Danubio. Para defenderlo mejor, el emperador Teodosio lo dividió en dos partes en el año 395: El imperio romano de Oriente, con capital en Constantinopla; y el imperio romano de Occidente, con capital en Roma. El imperio romano de Occidente sufrió las invasiones de los pueblos bárbaros hasta su caída a manos de los Hérulos en el año 476. Ese hecho y fecha marca el final de la Edad Antigua y el Inicio de la Edad Media