La Baja Edad Media, especialmente a partir del siglo XIV, es una etapa marcada por profundos cambios sociales, políticos y económicos en Europa y España. En Europa, la crisis del siglo XIV, caracterizada por la peste negra, las hambrunas y las guerras, debilitó las estructuras medievales tradicionales. La población disminuyó drásticamente, lo que afectó la economía, y las tensiones sociales aumentaron, con revueltas campesinas y enfrentamientos entre las clases altas y bajas.

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En la Península Ibérica, los reinos cristianos continuaron la Reconquista, logrando importantes victorias como la toma de Granada en 1492. Sin embargo, los conflictos internos, como las luchas dinásticas en Castilla y Aragón, también marcaron esta etapa. La nobleza mantenía gran poder y los reyes trataban de consolidar su autoridad centralizada, aunque con limitados éxitos debido a la resistencia de las élites locales.

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El siglo XIV es una etapa de decadencia de las estructuras medievales clásicas y un preludio de los cambios que llevarían al Renacimiento y a la Edad Moderna en Europa y España.